La vuelta al decisionismo: Carl Schmitt y el giro populista en sociedades democráticas.

La democracia liberal enfrenta una profunda crisis. Los países que otrora fueran sólidos pilares del edificio democrático occidental hoy dan señales de agotamiento: Brexit en el Reino Unido, el fortalecimiento de la extrema derecha en Alemania, así como la elección de Donald Trump en Estados Unidos, son todos ejemplos del debilitamiento de la democracia en el hemisferio. Por su parte, los resultados electorales en América Latina—López Obrador en México y Bolsonaro en Brasil, por ejemplo—confirman esta tendencia. El presente trabajo busca pensar esta situación a la luz de la pasada crisis de la democracia moderna, a saber, la que dio inicio con la Gran Depresión de los años veinte y culminó con la formación de regímenes totalitarios a mitad de siglo. En particular, el pensamiento de Carl Schmitt es una formidable herramienta para comprender la crisis. Contra el liberalismo, al que entiende como la claudicación de lo político ante lo económico—y, por ende, la renuncia a la distinción amigo/enemigo y la generalización del otro como otro “competidor”—Schmitt puja por la restitución del concepto de soberanía en tanto decisión sobre la excepción. El líder encarna la lógica del dictador romano, asumiendo funciones extralegales a fin de preservar la ley, misma que no puede entenderse sino circunscrita por, y deudora de, la decisión política que la funda. La reacción schmittiana prefigura al populista contemporáneo. La enorme lejanía entre gobierno y ciudadano en las democracias contemporáneas empuja a muchos a anhelar un líder cercano, capaz de desmarcarse de la aburrida, ineficiente, y no pocas veces corrupta vida institucional. Contra el modelo liberal, que divide el poder—restándole eficiencia—a fin de evitar la tiranía, Schmitt fija su ideal en el soberano de Hobbes, modelado como dios en la tierra capaz de reunificar soberanía y gobierno, esto es, poder fundacional y administración. Si bien las victorias electorales del populismo en democracias liberales evidencian el mal estado del liberalismo, la salida populista supone un gran riesgo para estos países. Una posible solución a la crisis exige robustecer el elemento democrático al tiempo que se reconocen los excesos del liberalismo exacerbado.

Juan Pablo Aranda Vargas /UPAEP