Arte y construcción de paz, ¿una ficción? Violencia, activismo cultural y subversión simbólica.

Hasta ahora, muchos de los estudios en México sobre activismo y organizaciones de la sociedad civil (OSC) han indagado acerca de su capacidad de incidencia política, de reformar las instituciones de gobierno o cambiar las normas del Estado de derecho. Más aún, muchos de estos trabajos se han concentrado en entender cómo las OSC logran articularse y movilizarse en contextos sociales y políticos de relativa seguridad y democracia. Sin embargo, pocos estudios se han hecho sobre activismos en contextos de violencia criminal y fragilidad institucional. Menos aún se han emprendido trabajos que investiguen la capacidad de ciertas OSC para construir instituciones culturales y transformar, mediante el arte, parte del entramado simbólico que sostiene a la cultura de la violencia del crimen organizado (narco-cultura). En este trabajo, estudio el activismo cultural en contextos de violencia criminal y fragilidad institucional con el objetivo de indagar cómo emerge el producto artístico en un campo cultural que se encuentra estructuralmente acoplado al campo criminal. El objetivo de la investigación es describir las estrategias del activismo cultural para resistirse a la violencia criminal e institucional, comprender los mecanismos de su producción artística y explicar cómo logran subvertir los significados de la cultura del narcotráfico. La investigación aborda un estudio de caso, con base en una metodología de carácter cualitativo, desde la perspectiva sociológica de Pierre Bourdieu. Las principales herramientas metodológicas son la etnografía, método que permitió la observación de los grupos de activistas culturales y artistas (perspectiva sincrónica), y la entrevista semi-estructurada, instrumento cuya utilidad permitió recolectar información de los actores, de sus posiciones diferenciadas dentro del campo y la articulación histórica del activismo cultural (perspectiva diacrónica). Los resultados permiten entender al activismo cultural, como un conjunto de actores colectivos inmersos en una dura competencia por los recursos materiales y simbólicos de su campo. En su devenir, si bien han logrado acceder a las principales instituciones culturales, al mismo tiempo reproducen y legitiman las estructuras de dominación. Más aún, los productos culturales y la estética artística que proponen juegan y se traslapan con las formas y contenidos de la cultura de la violencia criminal que tratan de subvertir.

Edgar Guerra Blanco /Centro de Investigación y Docencia Económicas, CIDE, A. C.