El éxito de las iglesias cristianas en los procesos electorales en Colombia: una interpretación desde el concepto de “modernidad liquida”

En la última década, las iglesias cristianas tuvieron una muy activa participación en las sociedades latino americanas, con un claro interés político y un papel protagónico en ciertos procesos electorales. En América central, respaldaron y posicionaron a varios candidatos presidenciales y en Colombia, fueron determinantes en el triunfo del No en el Plebiscito por la Paz. El dinamismo de estas iglesias representa un desafío para los candidatos a cargos de elección popular, dado que empiezan a organizarse en movimientos políticos (MIRA, Colombia Justa y Libre). Además, por su influencia al nivel societal, son capaces de modificar la agenda de las campañas electorales para inclinarla hacia temas “tradicionales”. El éxito de las iglesias cristianas y su injerencia en las campañas y las prácticas de comunicación política en Colombia puede ser interpretado desde el concepto de “modernidad liquida” elaborado por Bauman, como una respuesta para restablecer una estructura “sólida” en el panorama político “liquido” donde prevalece lo inestable, el cambio permanente y la falta de compromiso por parte de los partidos políticos y de los candidatos. Frente a este panorama donde domina la incertidumbre, las iglesias cristianas traen una respuesta a la angustia existencial experimentada, convirtiéndose en una nueva estructura que organiza a los ciudadanos al nivel local, genera identidad y sentido de pertenencia. El terreno local es lo más propicio para medir los fenómenos descritos: en primer lugar, la proliferación de las candidaturas políticas independientes señala la desafección y la falta de confianza hacia las estructuras de poder tradicionales como lo son los partidos políticos, remplazados por nuevas estructuras de corte religioso; el cambio perpetuo entre diferentes partidos políticos de los candidatos ilustra la falta de compromiso que caracteriza la modernidad liquida, mientras que la modificación de las agendas hacia temas de interés religioso por parte de las campañas electorales son el reflejo del oportunismo de los candidatos y su deseo de captar al voto cristiano. Ante este panorama, la “novedad” es que los movimientos cristianos se apropian de la agenda electoral y le confiere a las campañas electorales un tinte moral cuyos efectos están todavía por identificarse.

EUGENIE RICHARD /UNIVERSIDAD EXTERNADO DE COLOMBIA