Ampliando la comprensión de lo político a partir del reconocimiento de los animales como actores políticos
El especismo antropocéntrico ha fungido como un barrera epistemológica y ontológica que ha bloqueado para la humanidad (occidentalizada) la existencia real de otros mundos, entre ellos del mundo animal. Esto ha impedido reconocer desde distintas disciplinas sociales, como la Ciencia Política, a los seres animales como actores políticos de un conflicto real de intereses y poderes que se da entre éstos y los seres humanos (conflicto especista). Son esos paradigmas los que han causado que permanezca velado ontológicamente tanto el mundo de lo animal, como también la existencia del conflicto mismo entre seres animales y seres humanos, y el carácter político de estas tensiones, así como de las partes que lo integran. La ponencia que presento como avance de mi tesis de maestría en Ciencia Política, plantea una propuesta en la cual se reconoce a los seres animales como sujetos de poder que están dotados de agencia política, lo que los hace interlocutores válidos de los intereses en pugna en los conflictos que se dan entre el mundo animal y el mundo humano. Conflictos antagónicos que (como el conflicto especista) son políticos al configurar tensiones radicales entre partes, de los cuales resulta el aniquilamiento (real y simbólico) de los seres animales y su mundo, como máxima expresión de un poder humano avasallante. Visibilizar esto en la Ciencia Política permite ampliar lo que comprendemos por lo político, en tanto se pone en evidencia un actor distinto con dimensiones, poderes e intereses propios, que hasta ahora no había sido tenido en cuenta en la discusión. Ampliación (epistemológica y ontológica) que se pretende lograr acudiendo a otras cosmogonías (no hegemónicas) para develar la existencia del mundo animal y del conflicto especista, describiendo sus particularidades y cómo se da esa interacción en un contexto relacional conflictivo. Entendiendo además que evidenciar esos otros mundos, poderes y agencias no implica reducirlos o encasillarlos, desde nuestros discursos occidentales, en lo que ya entendemos debe ser pensado como político.