La resurrección de Keynes, gracias a la crisis del 2008.
Las crisis son vitales para la reproducción del capital, sus desequilibrios son confrontados, remodelados y reorganizados (Harvey, 2014). En la gran recesión del 2008, el papel del estado volvía a ser decisivo para promover la recuperación económica mundial. Se evidencia el retorno del estado, pero no el estado benefactor, sino un estado redistributivo que confronta la concentración de riqueza y la desigualdad. Teniendo así una nueva gobernanza, un nuevo modelo de gestión para la administración pública. La crisis el resultado de la liberalización financiera y del dinamismo de las décadas involucradas, provocó una huida de capital hacia el sector inmobiliario (burbuja), efecto causado por el aumento del número de créditos a personas con baja categoría crediticia, clientes que posteriormente serian llamados “ninja”, que por su bajo ingreso deciden no pagar más los créditos otorgados, desatando una crisis de liquidez en una primera instancia, para posteriormente tener una crisis del sistema. Es de esta forma que, para lograr una estabilidad en la economía, no quedó más alternativa que el intervencionismo del estado mediante un salvataje, ya que gracias a los gobiernos y los bancos centrales no se desplomó el sistema financiero, y es de esta forma que el retorno del estado como participante activo, se ha tomado como la resurrección de Keynes. Buscando una focalización en el combate de las desigualdades económicas sociales, comprometiéndose a un mejor desarrollo e inserción en la economía mundial, sin dejar de lado el comercio internacional. Teniendo la metodología de estudio de caso, al comprobar que la resurrección de Keynes, logró dar respuesta a la crisis del 2008. Concluyendo así que las respuestas a la crisis del 2008, se han traducido en la reemergencia del Estado, con rasgos de redistribución, que en muchos países busca tomar distancia de la ortodoxia liberal.